
Hoy vengo a contarles una historia de guerra, amor, odio y mafias digitales.
Una guerra conceptual.
Porque uno piensa con las palabras que conoce y cuando alguien las manipula, también manipula la cultura, la memoria y el pensamiento colectivo.
Sí, hablo de Wikipedia.
Una catedral del conocimiento, pero con un sótano que huele a cloaca. Sus pasillos no son de mármol: son más bien túneles húmedos donde se pelean gobiernos, editores solitarios y mafias vendiendo relevancia. Hay trincheras de barro, peleas intestinas, ejércitos de bots y corporaciones sobornando editores como si fueran sicarios del relato.
La batalla por el lenguaje siempre fue la batalla por el poder.
Lo sabían Orwell, Foucault y hasta los monjes que copiaban manuscritos en la Edad Media.
Antes se quemaban libros, como en Fahrenheit 451; ardían bibliotecas enteras, como la de Alejandría. Hoy no hace falta prender fuego nada: bastan un par de dedos haciendo click en editar artículo.
Bienvenidos al iceberg de Wikipedia Parte 1: arriba, las anécdotas simpáticas que se comparten en foros; abajo, las aguas estancadas donde se pudre la memoria colectiva.
Nivel 1 – La Superficie

Este primer nivel es casi entrañable: no hay mafias organizadas ni conspiraciones globales. Lo que hay son beefs épicos entre entusiastas anónimos que se tiran con definiciones y reglas de estilo. A esto, en la jerga, se le llama guerra de ediciones.
Más que un campo de batalla, parece un parque de diversiones donde podés perder semanas —incluso meses— discutiendo sobre una letra. Sí, una letra.
El caso de Star Trek: Into Darkness
El caso explotó en 2012 cuando se estrenó la pelicula.
El problema: el título. ¿Debía escribirse con Into en mayúscula o con into en minúscula?
El Manual de Estilo de Wikipedia es claro: las preposiciones cortas (cuatro letras o menos) van en minúscula. Fin de la historia.
Pero no mi ciela, el marketing oficial de la película lo mostraba con mayúscula.
Y ahí empezó la guerra.
Durante semanas, entre diciembre de 2012 y fines de enero de 2013, la página de Star Trek Into Darkness fue literalmente un ring digital: ediciones, reversiones, insultos en mayúsculas como:
“READ THE GODDAMN OFFICIAL WEBSITE, YOU POMPOUS IDIOTS”
(traducido libremente como “LEAN EL PUT*SIMO SITIO OFICIAL, IDIOTAS POMPOSOS”).
(NdE: Amo la palabra “pomposos”).
En total se escribieron más de 40.000 palabras en la discusión. Todo para decidir esa letra. Y finalmente, la inteligencia colectiva de Wikipedia se inclinó por lo obvio: copiar el marketing oficial. Ganó la mayúscula.
Kevin Morris, que cubrió el caso para Daily Dot, lo resumió así: esta disputa muestra el impacto que pueden tener pequeños grupos de editores de Wikipedia. Si fueron capaces de torcer la realidad por una “I”, imaginá lo que pasa cuando lo que está en juego es más que una letra.
Te acordas de Garfield? Volvio en forma de gatE.
Bajemos un peldaño más abajo, en esta escalera donde ya se van sintiendo notas de agua estancada.
En este escalón ya salimos de las discusiones de nerds atrincherados entre comas y mayúsculas para ponernos más espesos.
Cuando las batallas dejaron de ser meramente lingüísticas y entraron en territorios sensibles.
Durante 39 años el gato más vago de la cultura pop fue oficialmente macho, hasta que un satirista decidió editar su género a “Ninguno” basándose en una frase ambigua de Jim Davis, su creador.
Lo que siguió fue una auténtica guerra de edición identitaria:
“Garfield es macho.” “Garfield es gender fluid.” “Garfield es musulmán chiíta.”
Sí, todo eso llegó a estar escrito en Wikipedia. La disputa escaló tanto que incluso The Washington Post la cubrió: Is Garfield a boy? How a cartoon cat’s gender identity sparked a war on Wikipedia.
En ese momento quedó claro que Wikipedia no solo era un campo de batalla para nerds de la gramática: también es un espacio donde se libran microguerras culturales.
Nivel 2 – Rozando el agua

Cuando la conversación pasa de la ortografía al ADN cultural, aparece otro actor: el dinero, la platita.
WikiPR, call center de la reputación
Si las guerras por una coma podían consumir meses de vida a editores voluntarios, imaginate lo que pasó cuando alguien descubrió que ese mismo esfuerzo podía convertirse en negocio. Ahí entra Wiki-PR, la agencia que transformó la enciclopedia libre en un servicio de limpieza digital.
El pitch era sencillo: “¿Tu artículo de Wikipedia parece un prontuario? Nosotros lo convertimos en un CV digno de LinkedIn.”
Un político con escándalos pasaba a ser un “líder visionario”.
Una empresa con multas ambientales era una “innovadora en energías sostenibles”. Un ejecutivo acusado de fraude mágicamente era un “emprendedor serial con trayectoria global”.
Bueno, basta. Se entendió.
Lo hacían con un ejército de cuentas falsas, direcciones IP enmascaradas y editores pagados que se hacían pasar por voluntarios apasionados.
En la práctica, era un call center de reputación disfrazado de altruismo enciclopédico.
No podemos negar que la idea era buena y que entendieron que hay un negocio acá. Pero obviamente, la jugada no pasó desapercibida.
En 2013, Wikipedia inició una de las purgas más duras de su historia: cientos de cuentas conectadas a Wiki-PR fueron baneadas, y se reforzaron las políticas contra ediciones pagadas sin declarar conflicto de interés
Fue un antes y un después: la comunidad entendió que no solo había trolls cambiando géneros de gatos, sino empresas profesionalizando la manipulación.
A partir de este caso, quedó claro que Wikipedia no era solo un campo de batalla cultural, sino también un mercado negro donde la verdad podía cotizar en dólares.
Más que SEO: vandalismo corporativo.
Peldaño a peldaño, vamos dejando atrás la picardía de los emprendedores. Y más abajo, en las catacumbas, nos encontramos con un caso que mezcla Wikipedia + SEO + oportunismo corporativo: la jugada de The North Face.
La marca outdoor creyó que había encontrado el “hack definitivo” para ganar en Google. ¿La idea? Reemplazar fotos de Wikipedia con imágenes de sus mochilas y carpas. Así, cuando alguien buscara paisajes o destinos turísticos, se encontraría con productos de la marca en los primeros resultados de Google Images.
Era vandalismo con etiqueta de “estrategia digital”: en vez de aportar a la enciclopedia libre, la usaron como tablero de ajedrez para su propio SEO.
El plan les salió mal. La comunidad de Wikipedia reaccionó rápido, los medios lo amplificaron, y la campaña terminó convertida en un case study global de lo que no hay que hacer en marketing digital.
Hoy este episodio sirve como recordatorio incómodo: incluso las marcas que se venden como “aventureras” pueden terminar perdidas en la selva del reputation washing.
Y para quienes investigan cómo los LLM y la IA indexan información, es una advertencia clara: los sesgos y trucos corporativos también dejan cicatrices en el dataset colectivo.
Lavadoras industriales de reputación
Aplausos cínicos para los maestros del reputation washing: empresas intentando blanquear desastres reales desde el teclado.
Después del derrame del Deepwater Horizon en 2010, aparecieron ediciones en Wikipedia desde direcciones IP vinculadas a BP.
El objetivo era claro: suavizar el lenguaje, minimizar la catástrofe ambiental y, de paso, borrar la imagen de pájaros bañados en petróleo que recorría los noticieros.
Estos casos muestran la versión más grotesca de los guardianes de la reputacion digital: ya no se trata de optimizarla, sino de reescribir la historia para esconder manchas de petróleo.
Y desde acá es donde el aire se vuelve irrespirable.
Los niveles 3 y 4 que vienen en el proximo posteo, ya no es marketing ni damage control. Vamos a hablar de mafias organizadas, ediciones encubiertas y operaciones dignas de novela negra digital.